Una de mis sorpresas al llegar a la República Centroafricana fue darme cuenta de que era completamente diferente a lo que me había imaginado. Muchas de las cosas que veía y vivía no se ajustaban a la imagen que yo tenía de África. Ese sentimiento se fue acrecentando a lo largo de los dos años que viví allí. Cada vez era más grande el desajuste entre lo que mis familiares y amigos me comentaban sobre África y la experiencia de voluntariado y la realidad que yo estaba viviendo. Ese bache también era perceptible cuando llegaba algún grupo de españoles a realizar operaciones médicas durante un par de semanas, o cuando leía las revistas occidentales sobre África que nos llegaban.
Esa sensación de desajuste se acrecentó a mi regreso a España. La imagen que el resto tiene de África no se ajusta a “mi África”, a todo lo que yo he vivido. No soy la única que piensa así. Los africanos (y muchos africanistas) están cansados de esa imagen estereotipada del llamado “continente negro”. No se reconocen en esa imagen.
Por ello me propuse analizar qué imagen nos ofrecen de África y comprobar si esa imagen que nos ofrecen responde a los patrones de definición del derecho al desarrollo o si reflejan una imagen meramente paternalista...
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